¿Qué beben los jóvenes?

2022-09-17 05:03:07 By : Mr. Zhishan Yao

Laura, Lucía y Ana tienen entre 19 y 20 años. No suelen pedir demasiadas copas cuando salen de fiesta. El fin de semana pasado despidieron el verano celebrando la noche en un reservado de una conocida discoteca coruñesa. Bebieron alcohol. Eso queda claro en la mayoría de jóvenes. En concreto, ginebra rosa y ron. Para mezclar, eligieron refrescos gaseosos de limón, bebidas energéticas y cola. «Antes se solía beber más calimocho (bebida hecha a base de la combinación de vino tinto con refresco de cola) o vodka, en especial uno que dejaba la lengua negra», detallan.

Alcohol de bajo precio, asequible a cualquier presupuesto, y que cumplía con el cometido otorgado por cada generación: emborracharse. El estómago pasaba factura al día siguiente. También era típico, en una edad más temprana, el consumo de Malibú con zumo de piña, un licor hecho en las Barbados de extracto natural de coco a base de ron. Dulce como un pastel, aunque con peores efectos perjudiciales para la salud.

Estos datos no se alejan de los oficiales. El documento Monografía Alcohol 2021, consumo y consecuencias del Ministerio de Sanidad, deja varias conclusiones al descubierto. En primer lugar, la diferencia entre sexos. Con independencia de la edad (el estudio abarca de 15 a 64 años), el consumo de alcohol es mayor entre los hombres. Por ejemplo, el 72 % de los encuestados declararon haber tomado alguna bebida alcohólica en el último mes, un porcentaje que disminuyó hasta el 53, 9 % entre las mujeres. Entre los jóvenes (muy jóvenes) de 15 a 24 años, el 68 % de los varones bebieron en los 30 días anteriores, casi un 13 % más que ellas.

¿Se cumple esto a título personal? «Sí. Nosotras bebemos menos», declara Laura. El botellón, ahora prohibido en la ciudad herculina, facilitaba el acceso al alcohol. La fiesta comenzaba antes en la calle para después trasladarse a la discoteca. «En mi grupo, las chicas solemos empezar a beber a eso de las dos de la madrugada, porque antes nos preparamos, mientras que los chicos se reúnen antes en una casa para beber», reconoce la joven. De igual forma, es posible empezar la fiesta en uno de los múltiples locales o bares de copas, aunque suele ser una conducta más habitual entre gente de más edad.

Las bebidas energéticas no tienen alcohol pero sí otro tipo de estimulantes. Por ello, mezclarlas con los destilados puede disminuir la percepción de intoxicación etílica, y aumentar el riesgo. 

Con todo, es fácil describir a grandes rasgos las bebidas más consumidas. El informe del Ministerio de Sanidad ofrece una imagen. Las suposiciones previas se cumplen. Los chavales de 15 a 24 años beben, sobre todo, combinados. Representan el 67 % del total, y lamentablemente, tienen más borracheras, las cuales, por cierto, disminuyen con la edad.

Volviendo al alcohol predilecto, los destilados pierden fuerza a partir de los 25 años. La bebida por excelencia es la cerveza. Lejos queda el vino. Eso sí, a partir de aquí, el vino ocupa el segundo puesto hasta que la población cumple 55, y se convierte en el ganador. Por su parte, los copazos siguen bajando a medida que añadimos velas a la tarta de cumpleaños.

Pese a los datos, una imagen vale más que mil palabras. Y si resulta en primera persona, mejor. Por ello, son los propietarios de los locales de ocio nocturno los que cuentan sus superventas. Fran García, responsable de la discoteca Privé, en el puerto de Sanxenxo, reconoce que las bebidas más consumidas entre los jóvenes son «la ginebra y el ron».

Mezcla con bebidas energéticas

Una tendencia que se repite: «La gente suele beber lo mismo. Después están las secundarias, como el vodka y el whisky», detalla. No existen peticiones especiales o combinados extraños sea cual sea la edad de sus clientes. Pero si en algo se diferencian unos y otros es en la mezcla. «Hace un tiempo, lo que más se vendía era la tónica. En cambio, ahora se suelen pedir más refrescos de cola, cítricos o bebidas energéticas», explica. Estas últimas, sobre todo, con mayor tirón entre los veinteañeros: «Es raro ver a una persona de 40 o 50 años que pida una copa con Red Bull», precisa García, que añade: «Parece que los jóvenes buscan incrementar la sensación de una forma más ágil, y con este tipo de bebidas se consigue antes», explica. También hay hueco para los fans de la cerveza, y especialmente, para los más sanos. «Hay mucha gente que opta por el refresco o incluso por el agua», concluye.

Una de las zonas más concurridas en la noche coruñesa es la calle Mantelería. Allí, se mezcla un amplio abanico de personas de distintas edades. Y en medio del tumulto se encuentra, fiesta tras fiesta, el bar Abuela Josefa Os Floreros, popularmente llamado por los Floreros, llegando incluso a sustituir al nombre oficial de la calle. Miguel es el propietario de este conocido local.

¿Cuál es el alcohol que más vende?, le preguntamos. «Ron y ginebra, con cola y limón, respectivamente», responde sin dudarlo. Su superventas es el formato floreros, o lo que es lo mismo, copas de un litro para compartir entre varios.

Lleva más de 20 años en el negocio de la hostelería, y percibe un ligero incremento en la forma de consumo. «No es que ahora se beba más, sino que mezclan distintos tipos continuamente. Antes salíamos y nos limitábamos a una clase de alcohol, ahora los jóvenes salen y toman un chupito de tequila, otro de absenta y otro de ron», comenta.

Una actitud presente en los fines de semana. Es más, según el informe del Ministerio de Sanidad, en los años 2020 y 2021, el binge drinking (episodios de consumo intensivo) aumentó ligeramente con respecto al 2017. La etapa en la que más se produce es, tanto en hombres como en mujeres, de los 20 a los 24 años.

El cóctel se asienta

Ahora bien, si el tipo de alcohol se clasificase por la experiencia que supone, los cócteles ganarían por goleada. Una bebida que apuesta por sabores nuevos, y una estética digna de fotografía. Antaño, las bebidas de los abuelos se limitaban a un vaso de tubo y cuatro hielos. Las mezclas propias de los años 80, los cócteles de por aquel entonces, que marcaron a varias generaciones. Aptos solo para gargantas fuertes, y gustos refinados. Un Cristal, mitad vodka y mitad licor 43. Un semáforo, un chorro de grosella, licor 43 y menta. O un Torombolo, combinado de vodka con zumo de piña.

Los seis cócteles que tienes que probar este verano en Galicia MARÍA VIDAL / BEGOÑA SOTELINO / MARÍA DOALLO / CARLOS CRESPO / SUSANA ACOSTA / ELBA DE LA BARRERA

MARÍA VIDAL / BEGOÑA SOTELINO / MARÍA DOALLO / CARLOS CRESPO / SUSANA ACOSTA / ELBA DE LA BARRERA

Álvaro Veiga es el encargado de Casto Bar, donde además de una fuerte propuesta gastronómica, destinan parte de su negocio a la primera copa. «Nuestra media de edad se sitúa entre los 30 y los 45 años». Los jóvenes (de nuevo, muy jóvenes) quedan fuera de sus estadísticas. «Los más demandados son los clásicos. El mojito y el Margarita. Además de que la gente va a lo seguro, como hacemos maridajes con la coctelería, el Margarita se presta bastante a ello», señala. Más allá de los típicos, la gente busca un cóctel con toque dulce. «Un perfil bastante amplio de clientela quiere uno que sea dulce y fresco; de momento, no hay cultura para arriesgarse a tragos cortos y potentes, como sí sucede en Madrid, donde está en auge el tema de mezclar diferentes alcoholes sin refresco o zumo, mientras que aquí cuesta», detalla Veiga. Le pedimos un ejemplo. «Un Negroni (preparado con ginebra, Campari y vermú rojo), cuya base es todo alcohol». Bastante fuerte para la mayoría de paladares.

Los últimos dos años han sido claves para el mundo de la coctelería. «Ha sido bestial, y puede que haya sido incentivado por la pandemia. La gente no bebe tanta cantidad, pero busca mayor desafío o sensaciones en lo que elige. Muchas personas quieren salirse del típico cubata, cuyo trago es fácil», explica el responsable. El cóctel, al igual que la cocina, es una fusión de elementos. Y todo apunta a que el público de mayor edad quiere experimentarlo.

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