Seis personajes que no buscan autor

2022-09-24 06:34:30 By : Ms. Yolin Yang

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Remembranza. Devocionario de Luis Cernuda en el 120 aniversario de su nacimiento, un poeta para el que nada artístico le resultaba ajeno

Seis personajes que no buscan autor

Francisco Correal 21 Septiembre, 2022 - 07:49h

La música. La pintura. El cine. La novela (negra). El teatro. Ninguna de las artes le resultaba ajena a Luis Cernuda (1902-1963). Tal vez los deportes, aunque naciera el mismo año que el Real Madrid y empezó a escribir Ocnos en 1940 en Glasgow, la ciudad escocesa donde el equipo de Chamartín ganó la quinta y la novena Copa de Europa (1960 y 2002). Una Sevilla recreada por el poeta de la calle Acetres en la Escocia donde el 8 de septiembre de este año murió la reina Isabel II de Inglaterra.

Con motivo de los 25 años de la muerte del poeta, Sevilla acogió en mayo de 1988 en el Alcázar el primer Congreso Internacional sobre Luis Cernuda. El Congreso lo presidió Octavio Paz. El escritor mexicano obtendría dos años después, en 1990, el Nobel de Literatura, que por segundo año consecutivo seguía hablando español tras el galardón recibido por Camilo José Cela.

Estas doce décadas de la celebración de la vida de Luis Cernuda llevan una tarta con seis velas por parte de quien lo lleva leyendo durante nueve lustros, desde que alguien me regalara por mis 19 años, 7 de mayo de 1976, un ejemplar de La realidad y el deseo (1924-1962), editado en México por Fondo de Cultura Económica.

Cernuda era vecino de Joaquín Turina, a quien evoca sin nombrarlo en Ocnos, en el texto El piano, "pared frontera de tu casa vivía la familia de aquel pianista, quien siempre ausente por tierras lejanas, en ciudades a cuyos nombres tu imaginación ponía un halo mágico…". El único nombre propio de Ocnos era el de José María Izquierdo, del que este año se conmemora el centenario de su temprana muerte, rey Gaspar de la Cabalgata de Reyes Magos del Ateneo de 1918 de la que fue valedor.

A Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), lo recuerda en el segundo centenario de su nacimiento, en su libro Desolación de la Quimera. Con una definición becqueriana de la música, "Si alguno alguna vez te preguntase: / "La música, ¿qué es?". "Mozart", dirías, / es la música misma".

Por los mismos años en los que Magallanes y Elcano se embarcan en la aventura equinoccial de las Molucas, Hernán Cortés llega a México desde La Habana. Protagoniza el poema Quetzalcóatl con su rival más leal. "Pobre rey Moctezuma, golondrina / rezagada que sorprende el invierno, / mojada y aterida el ala ya sin fuerza. / Pero no es rey quien nace, y Cortés lo sabía". El extremeño muere en la misma Nueva España donde morirá Cernuda en noviembre de 1963, dicen que en su máquina de escribir tenía un texto sobre los Quintero.

Versos en el mismo libro, Como quien espera el alba (1941, 1944, de la posguerra al desembarco de Normandía) donde aparece su poema a Góngora, el padrino de aquellos poetas del 27 que se reunieron en Sevilla en diciembre de 1927 para recordarlo en el tercer centenario de la muerte del poeta cordobés.

Hemos vuelto a los versos que Cernuda dedicó a Galdós en el primer centenario de su muerte (1920) y a Dostoievski en el segundo centenario de su nacimiento (1821). Versos a Galdós en su Díptico español que introducían las novelas de la serie de Almudena Grandes Episodios de una guerra interminable: "La real para ti no es esa España y deprimente / en la que regentea hoy la canalla / sino esta España viva y siempre noble / que Galdós en sus libros ha creado. / De aquélla nos consuela y cura ésta".

En el congreso internacional del Alcázar en 1988, siendo alcalde de Sevilla Manuel del Valle, perfil del Aire, los fotógrafos intentaban que coincidieran Guerra (Alfonso) y Paz (Octavio). El vicepresidente del Gobierno y el escritor y diplomático mexicano autor de El ogro filantrópico. Un guiño a Tolstoi en el homenaje a Cernuda, que dedicó un poema a Fedor Dostoievski. En algunas de sus devociones, como la de Luis II de Baviera, se combinaban la poesía y el cine. La película sobre el rey loco, que dirigió Lucino Visconti, formaba parte del ciclo de cine que en mayo de 1988 organizó la Universidad Inrternacional Menéndez Pelayo que cerraba el tándem Buñuel-Dalí de El perro andaluz y La edad de oro.

El paisanaje humano de los versos de Cernuda se completa con su homenaje al patrono de los periodistas, A Larra con unas violetas. "Mira las calles viejas por donde fuiste errante, / el farol azulado que te guiara, carne yerta, / al regresar del baile o del sucio periódico…". El pobrecito hablador se infligió pena de silencio perpetuo con 27 años. Nació en plena guerra de la Independencia y Cernuda lo evoca en el centenario de su nacimiento, 1937, cuando España se desangraba en plena Guerra Civil.

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