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Incendio en Cebreros. / Carlos Espeso
No hay un segundo para el descanso en el Parque de Bomberos de Cebreros. Hay voluntarios de Protección Civil que ponen decenas de botellas de agua a enfriar. Trabajadores de la extinción de incendios que bajan para el avituallamiento de bomberos y brigadistas. Miembros de Cruz Roja que coordinan la atención a los vecinos afectados por el fuego. Agentes de la Guardia Civil que mantienen cortada la carretera hacia El Hoyo de Pinares.
Allí, a tan solo unos kilómetros, está uno de los focos que más preocupa de este fuego que se inició el sábado en Cebreros y que este martes por la tarde aún no se daba por controlado.
«No podemos hablar de estabilización segura», dice Teresa Mompín, técnico enlace de Extinción. Hay dos focos que preocupan especialmente. El primero está en el entorno de El Hoyo de Pinares. El fuego no ha alcanzado el pueblo, pero se ha enseñoreado en los alrededores, envalentonado por las altas temperaturas y por un cambio de viento que está complicando las tareas de extinción. Hasta media tarde, el viento soplaba en dirección sur-suroeste. A media tarde ha virado desde el noroeste.
El segundo foco que preocupa está más cerca de Cebreros, en una zona «abrupta» en la que no es posible la mecanización, lo que hace que «los trabajos de defensa» sean más «inestables». «Los medios de tierra no pueden acceder a muchas zonas del incendio, lo que hace que la extinción se tenga que llevar a cabo solo con medios aéreos (que se abastecen de piscinas naturales, municipales y los embalses del entorno)», cuenta Miguel Ángel García, jefe de planificación. Estas «duras condiciones» que impiden trabajar desde tierra con todo el despliegue previsto hace que esa «estabilización» del incendio no sea, a estas horas del martes, segura. «Necesitaríamos una noche sin viento y de temperaturas bajas», dice Mompín. Este es además el momento en el que se procederá al cambio de turno en un incendio en cuya extinción trabajan más de 200 personas.