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Fachada trasera de la sede del Liceo de Bouzas. / R. GROBAS

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“Se ha constituido en forma legal la sociedad Liceo Artístico e Instructivo, de Bouzas”. Así recogió FARO DE VIGO el nacimiento del actual Liceo Marítimo de Bouzas, el primer centro cultural de la villa olívica, en el ejemplar del día 12 de junio de 1907. La entidad boucense cumplirá a las puertas del próximo verano 115 años. Llega a este momento con el músculo visiblemente fuerte: más de 330 socios y “sin deberle ni un euro a nadie”, como deja claro su presidente, Miguel Pereira, con más de 20 años de presencia en el club. “Para hacer frente a las obligaciones del día a día, somos autosuficientes”, apostilla.

Para festejar el 115 aniversario, el club ya tiene en mente acciones que sirvan para dar a conocer la efeméride. “Cargaremos de emotividad las competiciones a lo largo de todo este año”, avanza Pereira antes de indicar que el “gran día de celebración” será el 11 de junio. “En esa fecha, tenemos pensado hacer algo más gordo. Estamos dándole vueltas y preparándolo, no tenemos claro todavía qué ofreceremos, pero puede que conciertos, por ejemplo. El objetivo es reunir a la mayor masa social posible y organizar actividades atractivas para que venga gente. Lo desvelaremos más adelante”, anuncia.

Miguel Pereira - Presidente del Liceo de Bouzas

En sus inicios, el club no era marítimo, como se refleja en su nombre fundacional, sino artístico e instructivo. Pereira concreta que el cambio se produjo a principios de los 70, momento en el que el Liceo se mudó a las actuales instalaciones, en la calle Eduardo Cabello, saludando a la ría por sus fachadas delantera y trasera. En sus comienzos, estuvo ubicado en una antigua fábrica de Salazón en Barreras. “Es uno de los momentos más importantes de la historia del Liceo. Digamos que, hasta ese año, estaba hecho exclusivamente para bailar y pasárselo bien”, resume tras bucear mentalmente por la dilatada historia de la institución boucense. Los actos de presentación de chicas a la sociedad, los bailes, las cenas y las fiestas por Carnaval o fin de año gozaban de gran cartel.

A lo largo de los 115 años de vida, se crearon diferentes secciones deportivas en el Liceo. Una de ellas: el fútbol. El Rápido de Bouzas nació en esta entidad antes de continuar como club de forma independiente, en 1917, conservando los colores amarillo y negro. El balonmano no tuvo la misma suerte: fundado en la década de los años 60, conocido en los ambientes deportivos como el de las “abejas” por los colores amarillo y negro en sus camisetas, desapareció años después de integrarse en el Círculo Mercantil.

Arriba, participantes y público de la III Regata de Faluchos organizada por el Liceo en 1993. Debajo, Miguel Noguer, medallista olímpico, participa en una cita del Liceo en 2015. Cameselle / P. Seoane

A finales de los 70 y principios de los 80, se crearon las secciones de remo olímpico –se mantuvo durante varios años entre las mejores de España– y vela ligera. Esta última cosechó grandes éxitos a nivel nacional e internacional de la mano del regatista Rodrigo Andrade, que logró para el Liceo dos mundiales consecutivos de la clase vaurien en Rabat (Marruecos), éxito que animó al presidente en ese momento, Antonio Carrera, a fundar la escuela de vela ligera, que, en pocos años, pasó de tener menos de media decena de alumnos a 50, convirtiéndose en la más demandada e importante de Galicia, cuna de grandes regatistas, como Víctor Mariño, Enrique Cameselle, Jaime Arbones o los hermanos Pérez Canal.

Miguel Pereira señala varios momentos históricos clave en el Liceo. Aparte de la creación de la sede actual, la modernización de la marina, en 2014. “El presidente Xoán Ramón Carballo empezó el acuerdo que se cerró después con la siguiente junta; personalmente, finalicé los trámites que habían quedado pendientes. Fue algo muy importante para el club”, asevera, a la vez que declara que “también ha habido episodios en los que la entidad colgó de un hilo”. En 2014, con la elección de una junta gestora tras la moción presentada a la directiva: los socios no dieron su OK a las cuentas, que recogían una deuda que superaba los 100.000 euros.

En la actualidad, el Liceo Marítimo de Bouzas, que da trabajo a 14 personas –sin contar al personal de la cafetería, que está en régimen de subarrendamiento, así como algún otro servicio, como el pintado de patentes–, tiene una de las marinas más grandes de Galicia como club y una grúa de varada con capacidad máxima de 12 toneladas. La marina y el varadero son, precisamente, las ramas que aportan más potencia a la masa social: en torno a un 80%, según concreta el presidente. “Queremos intentar crecer en la marina, tenemos pensado mejorarla en términos de gestión de consumos, y en el varadero. Es un reto común que comparte toda la junta directiva, la flota va creciendo y no somos capaces de dar el servicio que nos gustaría”, apostilla.

Al respecto, indica que la entidad boucense ya le ha enviado proyectos a su “casero”, la Autoridad Portuaria de Vigo, en busca de una respuesta favorable, por la que todavía espera. “Estamos en conversaciones. Nuestra intención es que el Puerto dé el visto bueno y, una vez conseguido, se pueda presentar un proyecto a los socios y ellos decidan si sí o si no. Nosotros, como junta directiva, proponemos, pero quien decide es la masa social, la asamblea”, apunta.

Asamblea general del Liceo de julio de 2004. J. Lores

Aumentar la masa social es uno de los grandes objetivos que se marcó Pereira a su llegada a la presidencia del club, en abril de 2019 tras ser elegido en las urnas. Y lo sigue siendo ahora. De hecho, lo persigue tanto en la marina como en el varadero. “El pasado 10 de febrero, firmamos un convenio de hermanamiento con otro club gallego, el Real Club Náutico Portosín. Con una marina más pequeña, nos duplica en socios. ¿A quién no le gustaría una cifra redonda de 500 socios? Lo veo complicado, hay que ser conscientes de que el Liceo está en una ciudad como Vigo, en la que, por suerte, tenemos infinidad de ofertas similares a las nuestras: gimnasio –que le permite crecer a la entidad actualmente con la entrada de nuevos socios–, cafetería, entidades que organizan actividades en grupo...”, argumenta.

Pereira saca pecho del apoyo de los socios, que ofrecieron un “comportamiento ejemplar durante el confinamiento y el resto de la pandemia”. “En las semanas de encierro, hubo servicio de vigilancia las 24 horas. El COVID nos obligó a parar la actividad al 100%, por lo que dejamos de ingresar, exceptuando las cuotas que pagamos todos los usuarios y socios de la marina: a pesar de ser un momento complicado para todos, no registramos en este apartado ni una devolución; eso sí, al socio social, no se le cobró la cuota durante el tiempo de confinamiento. Solo se dieron de baja unas dos o tres personas. Y se generaron bolsa de horas de acuerdo con la plantilla para recuperarlas después”, explica.

Ejecución de la sede actual de la entidad, que ocupa desde los 70. Siorty

El presidente indica que “no se trata de ganar socios por ganar”, sino de crear una comunidad fiel. “Nuestro objetivo es que alguien se sume porque le gustan nuestras actividades, no simplemente por el hecho de ser socio y decirlo. Queremos que haya participación. Si tenemos 500, pero solo vienen a los eventos 350... Nuestra meta es organizar citas y actividades que convenzan a la gente a formar parte de la gran familia del Liceo. Para ello, tenemos que trabajar mucho. Haremos conciertos y seguiremos con las actividades sociales: ya tenemos pilates, bailes, ensayos de orquestas… Vamos tratando de crecer por donde podemos. Un ejemplo es la cafetería: con la creación de las terrazas, viene más gente y se habla más de nosotros. Es un éxito que pasen por el Liceo más de 100 personas en un día en el que el tiempo acompaña”, expone antes de detallar que, en la marina, hay “asiduos de verano” de Ourense, Francia o Salamanca, aunque la masa social está formada mayoritariamente por gente de la ciudad.

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