Hornillos portátiles: tipos y usos - Desnivel.com

2022-06-19 01:23:07 By : Mr. Martin Zhu

Las excursiones rápidas de un día han desbancado las noches en montaña que implican cenas y desayunos. Pero si eres de quienes acostumbran a pasar días fuera de casa, necesitarás una forma de calentar o preparar tu comida. En este artículo te presentamos las distintas opciones disponibles, con las ventajas y desventajas de cada una.

Es cierto que para pasar unas horas en la montaña basta algo preparado en casa, que puede ingerirse frío, o bien unas barritas, algunos geles… Pero una jornada larga que lleve asociada un vivac improvisado o, por supuesto, una aventura planificada para varios días, necesitan que el equipo contenga esas piezas fundamentales que son el hornillo y los utensilios de cocina.

Preparar una sopa o algo más consistente llegada la noche, hacer un desayuno contundente, rehidratar alimentos liofilizados o fundir nieve para obtener agua, son fases fundamentales para el éxito de la salida. No se trata exclusivamente de la cuestión subjetiva del gusto por comer caliente, sino de una consideración práctica: sin aporte de energía, el cuerpo ni funciona ni alcanza una óptima termorregulación.

La actividad y la altitud sugerirán, sin duda, el peso, tamaño, capacidad y tipo de combustible a emplear. Cuando se transporta mucho equipo, se escala rápido y ligero, o se camina o progresa sobre una bicicleta, los hornillos ligeros y portátiles son la mejor opción. Pero… ¿de qué combustible?

Hasta hace poco la duda estaba entre el empleo de materias gaseosas o líquidas. Las primeras ofrecen potencia, pero pueden acarrear problemas de transporte si se viaja en avión, algo que no libra a las líquidas si el depósito a emplear –aunque compremos combustible en el destino– ya ha sido usado. El clásico gas encontraba competencia cuando se viajaba a lugares remotos, donde los hornillos de gasolina refinada o multicombustible se imponían por su facilidad para encontrar qué quemar, ofreciendo igualmente una gran potencia, en ocasiones superior, siempre en función de qué “pócima” adquiriésemos.

Sin embargo, la limpieza del gas frente a un líquido que se puede derramar, huele tanto sin quemar como mientras arde, y ensucia los cacharros –salvo que esté muy refinado-, y ya pueda encontrarse en lugares remotos sin demasiados problemas, han desbancado a las gasolinas y otros combustibles similares. Si la aventura no es auténticamente “extrema”, la elección es bastante clara: gas.

Cuando hablamos de gas nos referimos a hidrocarburos que, a temperatura ambiente y en condiciones normales de presión, se encuentran en estado gaseoso. Los gases típicamente usados son el butano y el propano. En ambos casos, el principio de funcionamiento es el mismo: el gas es almacenado en una botella metálica coloquialmente denominada bombona, que lo mantiene bajo presión. A causa de dicha presión el producto se encuentra en estado líquido, cosa que se puede comprobar fácilmente agitando la botella.

El gas encuentra, no obstante, algo de competencia en un líquido: el alcohol, conocido como “de quemar”. Por su bajo precio es una excelente opción para campistas que no se muevan a cotas elevadas, ya que su capacidad calorífica no es muy alta, pero da un enorme servicio. Hay interesantes hornillos, con paravientos y batería de cocina integrada, que se transportan de modo muy compacto.

También existen hornillos alimentados por pastillas de alcohol sólido que podemos considerar casi como “de emergencia-supervivencia” o de uso concreto para raids o actividades muy concretas, pero que se hacen valer para salidas de día o varias jornadas en que se quiera llevar el ahorro de peso un escalón más allá.

Cuando se escoge un hornillo hay que tener en cuenta su tamaño y superficie de apoyo de los cacharros. Un elemento alargado y estrecho será muy inestable, característica que se potenciará si se rosca directamente a una botella de gas. Para periplos rápidos podremos apañarnos con hornillos ligeros y pequeños, pero si pretendemos cocinar de verdad, nada como una superficie amplia, con el centro de gravedad bajo, y un sistema de roscado a la botella con una tubería que conecte ambos componentes pero los mantenga de manera independiente.

Para aventuras comprometidas, cocinar en pared… existen hornillos que se roscan directamente a la botella y a los que también se acopla, con 1/4 de giro, la batería de cocina forrada con un sistema aislante. Llevan sistema paravientos integrado para evitar que se apaguen algunos de ellos con un difusor que optimiza la combustión y hace que la llama parezca invisible por no estar concentrada en un solo punto. Compacto, el conjunto ocupa un gran volumen vertical, no es muy estable, pero puede colocarse entre las piernas de un usuario sentado en su vivac o colgarse, su auténtica razón de ser.

Cuanto mayor sea el perímetro del quemador, superior difusión de la llama, especialmente si el cazo empleado es grande. Eso sí, también menos concentrada es más fácil que se apague. El uso de un paravientos, que bien puede no ser algo específico de aquello que se vende en comercios, sino cualquier elemento que tengamos a nuestro alcance, permitirá una mayor optimización y un notable ahorro de combustible.

Esto es algo que verás frecuentemente. El gas pensado para uso en condiciones cálidas es una mezcla de propano y butano. La combinación procura la potencia del primero con el equilibrio para mantenerse bajo presión y liberarse del segundo.

Cuando se precisa mayor potencia, la elección debería ir encaminada a las mezclas de propano e isobutano, válidas para todo el año aunque en condiciones no extremas. Pero cuando las exigencias son máximas, el combustible que se lleva la palma es el “Winter Gas” que incorpora en la botella una ingeniosa malla hecha de papel absorbente, que aumenta la superficie durante el proceso de evaporación y permite que se pase de líquido a gas mucho más rápido, lo que aumenta el rendimiento.

• Para salidas de un día o incluso un fin de semana, en el que se quiera ahorrar peso y no se precise una gran capacidad calorífica como la que necesita derretir nieve o cocinar platos complejos, puede ir bien un sistema como el “Titanium Folding Stove” que comercializa Esbit: una simple soporte metálico (de titanio en este caso) con patas plegables para pastillas de alcohol sólido. Con una pastilla se puede hervir medio litro de lentarse un par de sopas individuales. Presenta algunos problemas, pues es un sistema sucio (huele y mancha los cacharros) y requiere unas condiciones idóneas sin nada de viento, pero llevar una cocina por menos de 20 gramos es muy interesante y barato.

• Una opción también económica pero para mayores cantidades o platos más elaborados, que resulta mucho más limpia que la anterior, es la de las cocinas y minicocinas de alcohol líquido. Incluyen un quemador que dura una media hora, cazuela, sartén teflonada, una pinza a modo de asa para los cacharros… Cuentan incluso con adaptadores por si quieres cambiar de combustible, convirtiendo el hornillo de alcohol en uno de gas.

• La opción polivalente y ligera, que no abulta en la mochila en salidas de uno e incluso varios días, es la de los hornillos de gas de tamaño reducido. Los hay que vienen en una funda rígida, en la que incluso cabe un pequeño mechero. No suelen ser muy estables, pero combinados con una botella de 100 gramos, se escamotean en cualquier rincón de la mochila. Su potencia es muy alta.

•Otra opción polivalente, pero menos ligera, es la de los sistemas de mayor diámetro de quemador y, si es posible, sistema de roscado independiente de la botella. Podrás elegir uno con encendido piezoeléctrico.

• Para escaladas comprometidas y pared, nada como los hornillos compactos que integran la batería de cocina, se roscan por completo, e incluso pueden colgarse. No olvides gas pensado para “invierno” si vas a trabajar a bajas temperaturas.

• Recuerda llevar unos cuantos mecheros independientemente de que tu hornillo lleve sistema piezoeléctrico integrado. No se sabe cuándo puede fallar.

• No cocines en un lugar cerrado. Recuerda que la combustión consume oxígeno, sin olvidar la toxicidad de los combustibles empleados.

Por supuesto, las botellas usadas deberían volver a la civilización con nosotros, para ser arrojadas al contenedor específico. Si has optado por combustibles líquidos y quieres volver a casa ligero, procura no verter nada en la montaña. El medio ambiente te lo agradecerá y puedes evitar un incendio. Esta recomendación es válida para la elección del lugar en que se cocina.

[José Isidro Gordito es guía de montaña, experto alpinista y piloto de parapente. Reconocido divulgador y autor de artículos técnicos relacionados con el material y la vestimenta para los deportes de montaña, participa como miembro del jurado en el Premio Desnivel de Material. Puedes seguirle en su blog]

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